La reunión entre Donald Trump y Volodymyr Zelensky en la Casa Blanca, que debía conducir a un acuerdo sobre la explotación de minerales raros ucranianos, se convirtió en un choque diplomático. El intercambio entre ambos dirigentes degeneró en acalorados altercados, que culminaron con la precipitada salida del presidente ucraniano.
Un acalorado intercambio bajo los focos de los medios de comunicación
Ante decenas de periodistas, el tono subió rápidamente cuando Zelensky se refirió a la anexión rusa de Crimea en 2014. El vicepresidente estadounidense, JD Vance, acusó inmediatamente al dirigente ucraniano de llevar a cabo una "gira propagandística", mientras que Donald Trump denunció la falta de gratitud de Kiev hacia Washington. "Estáis jugando con la vida de millones de personas. Estáis jugando con la Tercera Guerra Mundial", dijo el presidente estadounidense, antes de poner fin abruptamente a la discusión.
En un mensaje publicado en las redes sociales tras la reunión, Donald Trump anunció el fin de las negociaciones sobre el acuerdo minero, acusando a su homólogo ucraniano de no estar "preparado para la paz" y de haber faltado al respeto a Estados Unidos.
Un acuerdo económico en suspenso
Sin embargo, antes de este estallido, un acuerdo parecía ir por buen camino. Preveía que Estados Unidos fuera copropietario y gestor del 50 % de los ingresos procedentes de la explotación de minerales raros ucranianos, a cambio de un compromiso financiero a largo plazo para la reconstrucción del país. Donald Trump presentó esta asociación como una alternativa a las garantías de seguridad exigidas por Kiev y apoyadas por sus aliados europeos.
Pero más allá del aspecto económico, esta reunión reveló el creciente aislamiento de Ucrania en las negociaciones sobre la guerra. Donald Trump, que entabla conversaciones directas con Rusia sin consultar a Kiev ni a sus aliados europeos, cree que es posible un acuerdo con Vladimir Putin, y que el tiempo se agota para poner fin al conflicto.
Esta ruptura diplomática ha dejado a Ucrania más frágil que nunca, mientras que Washington parece estar redefiniendo su enfoque estratégico hacia Moscú.
El equipo editorial